ECO-BICIS ROSARINAS!!
Ademas de los múltiples beneficios a la salud de andar en bici se suma el no tener gasto económico, la tranquilidad de evitar los accidentes de tránsito...! Y experimentar la sensación de volar, ...¿que mejor?
Andando por ahí me enteré de una empresa rosarina que fabrica Ecobike*, unas bicicletas sin pedales y sin rueditas para chicos menores a 6 años que quieran aprender a andar jugando y con la destreza de una experiencia propia.
Me acordé de un pasaje del genio y disparatado Cortázar que decía esto en el libro "Historia de cronopios y de famas"
En los bancos y casas de comercio de este mundo a nadie le
importa un pito que alguien entre con un repollo bajo el brazo, o con un tucán,
o soltando de la boca como un piolincito las canciones que me enseñó mi madre,
o llevando de la mano un chimpancé con tricota a rayas. Pero apenas una persona
entra con una bicicleta se produce un revuelo excesivo, y el vehículo es
expulsado con violencia a la calle mientras su propietario recibe admoniciones
vehementes de los empleados de la casa. Para una bicicleta, ente dócil y de
conducta modesta, constituye una humillación y una befa la presencia de
carteles que la detienen altaneros delante de las bellas puertas de cristales
de la ciudad. Se sabe que las bicicletas han tratado por todos los medios de
remediar su triste condición social. Pero en absolutamente todos los países de
la tierra está prohibido entrar con bicicletas. Algunos agregan: «y perros», lo
cual duplica en las bicicletas y en los canes su complejo de inferioridad. Un
gato, una liebre, una tortuga, pueden en principio entrar en Bunge & Born o
en los estudios de los abogados de la calle San Martín sin ocasionar más que
sorpresa, gran encanto entre telefonistas ansiosas o, a lo sumo, una orden al
portero para que arroje a los susodichos animales a la calle. Esto último puede
suceder pero no es humillante, primero, porque sólo constituye una probabilidad
entre muchas, y luego porque nace como efecto de una causa y no de una fría
maquinación preestablecida, horrendamente impresa en chapas de bronce o de
esmalte, tablas de la ley inexorable que aplastan la sencilla espontaneidad de
las bicicletas, seres inocentes. De todas maneras, ¡cuidado, gerentes! También
las rosas son ingenuas y dulces, pero quizá sepáis que en una guerra de dos
rosas murieron príncipes que eran como rayos negros, cegados por pétalos de
sangre. No ocurra que las bicicletas amanezcan un día cubiertas de espinas, que
las astas de sus manubrios crezcan y embistan, que acorazadas de furor
arremetan en legión contra los cristales de las compañías de seguros y que el
día luctuoso se cierre con baja general de acciones, con luto en veinticuatro
horas, con duelos despedidos por tarjeta.
jaja, que lindo!